Mariano y Pablo Milito se llevaban como todos los hermanos, para el culo. A Mariano le gustaban la rubias y a Pablo las morochas; Mariano prefería las verduras y Pablo vivía a asado; Mariano era fanático de los perros y Pablo de los gatos; Mariano iba de vacaciones a la costa y Pablo a las sierras (...) Lo que tenían en común era que a los 2 les gustaba mucho el fútbol y ambos eran unos perros jugándolo. No obstante se probaron, Mariano en Independiente y Pablo en Racing. Los 2 rebotaron y fue entonces que decidieron dedicarse a su verdadera vocación: La militancia. Mariano se convirtió en una referencia del P.O. y todo iba bien con su lucha hasta que se encontró CON los amigos de Pablo. Pablo, lejos de reflexionar sobre su postura K, se acercó cada vez más al kirchnerismo y hoy se emocionó con los homenajes al pingüino tuerto.
