Ahora -que los gendarmes y la prefectura están de paro-sí este gobierno puede jactarse de "no reprimir la protesta social", bueh, de no reprimir la protesta, siempre y cuando los que protesten sean los que deberían estar pegandoles a los manifestantes. En las últimas horas se dieron algunas situaciones algo atípicas como gendarmes confundidos golpeándose a si mismos, turnándose con sus compañeros para tirarse pintura azul, gas lacrimógeno y agua los unos a los otros. Sucede que están más comúnmente acostumbrados a golpear y reprimir protestas que a protestar ellos mismos. Por esta falta de personal el gobierno está pensando en reclutar obreros, integrantes de organizaciones sociales, militantes de izquierda y comunidades originarias para ofrecerles la oportunidad de una "revancha". Claro está que una vez destrabado el conflicto, las cosas volverían a su normalidad y los "represores tradicionales" volverían a ejercer el monopolio de la violencia encargada por el Estado.
Algunas versiones aseguran que en lo que mientras se desarrolla el paro bajaron los índices de narcotráfico, gatillo fácil, coimas y robos. También obtuvieron saldos mas favorables los comerciantes panaderos, rotiseros y pizzeros, habitualmente obligados a entregar mercadería a cambio de "protección". Ya circulan comentarios que plantean la posibilidad de seguir bajando los sueldos de las fuerzas de "seguridad" para profundizar estas mejoras.
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