La tristemente célebre fuente de discordias conocida como "marxismo" no sería otra cosa que una serie de errores de interpretación. Donde se pretendía "Comunismo" léase Consumismo; Donde se habló de complejos métodos dialécticos, entiéndase campaña de marketing y técnicas de ventas y, por último, en donde se creía en Karl Marx, asúmase la figura real de Santa Clauss.
Sabemos que es muy duro pero tarde o temprano debemos aceptar que aquel s
impático gordito que vivía para el bien común y la alegría del pueblo entero era una simple fantasía infantil. Recordemos que la negación de ese hecho a llevado a terribles enfrentamientos sin sentido como la guerra fría o la actual guerra entre Coreas. En nuestros tiempos, corre con inalcanzable ventaja la creencia en un personaje que potencia nuestro deseo por el consumo infinito de bienes materiales, por encima de cualquier interés colectivo, afectivo, ético o ideológico. Este y no otro sería el concepto verdadero de "materialismo histórico". Igualmente falaces han sido otras nociones como la de "plusvalía", que en realidad no resume otra cuestión que la de brindar un "plus" adicional de crédito ofrecido por los shoppings en época navideña a los consumidores para que puedan endeudarse y demostrarle a sus seres cercanos cuanto los aprecian según el dinero que son capaces de gastar en ellos. Algunos keynesianos han concluido, en su afán de paternalismo estatal, que Marx son los padres. Sin embargo,
lo más importante es que aceptemos con coraje que Marx no existe ni nunca existió y que debemos dejarnos llevar por el espíritu navideño, con un símbolo mucho más coherente que nos empuje a un consumo desenfrenado y pelotudo, más conocido como FELICIDAD. ¡Felices fiestas! ¡A comprar!
"Muchos confunden la felicidad, con todas esas cosas que no pueden comprar,
ResponderEliminaryo no se si sera la television que les muestra un culo que no pueden tocar..."
Pity.